martes, 12 de octubre de 2010

Secreto


Habían pasado unas cuantas horas desde la importante reunión que Ethan había tenido con el dueño de la tienda en la que trabajaba. En ella había aprendido en funcionamiento interno del negocio, como eran los registros económicos, las largas listas de entradas y salidas de mercancía… Incluso el viejo Eric le había confiado el mayor secreto de la librería.

Estando a la entrada de la casa se puso a recordar todo lo que había ocurrido aquella tarde:

El paso de los clientes a la trastienda se hacía de forma furtiva y mediante cita muchas de las veces. Ahora el joven comprendía el porqué de estas extravagantes medidas de seguridad y otras muchas, tales como que todo aquel que cruzase la cortina separadora debía hacerlo con el rostro cubierto.

Incipientes cantidades de dinero aparecían en la caja tras la marcha de los mayoritariamente clientes encapuchados, pero eso no era el secreto, sino la parte visible del mismo.

Eric llevaba un negocio oscuro en su trastienda. Él era capaz de conseguir mas libros de magia de los que nadie pudiera si quiera imaginar. La puerta del almacén a la cual nunca había podido acercarse, escondía libros de lo mas tenebrosos, malditos, oscuros y algunos incluso olvidados… Algunos nunca consultados o reproducidos; joyas de una magia demasiado antigua y temida.

Ahí residía el prospero mercado que hacía rentable la librería, pero aun el impulsor de aquel peligroso negocio guardaba otro secreto que le costó un poco mas contarle.

-Hay una bruja, cuyo nombre no te diré aun, por razones obvias entiéndeme, que es muestra mayor clienta- El joven miró los registros que tenía en la mano preguntándose de quien hablaba- Tampoco lo encontraras ahí.-

-Y entonces ¿Cómo registra sus transacciones?- Preguntó Ethan siendo curioso, saliendo por una vez de su acostumbrada frialdad.

-Por un apodo… Beso de Fuego le puse. – Dijo señalando una cifra sumamente grande que aparecía ante tal nombre.

El hombre se recostó en su sillón cruzando las piernas cómodamente ante él y los brazos tras la nuca, a modo de almohada y cerrando los ojos comenzó con su pequeño relato.

-Es sumamente cuidadosa, muchas veces paga los libros como si los comprara solo por leerlos…-

-En ese caso serán libros muy caros y muy difíciles de encontrar ¿no?- le interrumpió el joven

-En este caso era un libro exquisito y muy caro, de lo cuidadosa que es es ella la que se ancarga de hacer las copias manuales y eso hizo en este caso. Ambos salimos ganando con la magia oscura que ella practica pero…-

El hombre recobró la compostura, se sentó debidamente y abriendo los ojos, le dio un toque de misterio a su monologo continuando en un susurro.

-Mantente alerta porque es quien menos esperas… Dicen que las mujeres bonitas son peligrosas por naturaleza pero es que ella es una divinidad personificada y en realidad pocos reparan en ella… eso la hace mas peligrosa aun…-

Sonó el reloj de cuco tras las misteriosas palabras del hombre que frunció el ceño y se volvió para mirar la esfera numérica de la hora.

-Se retrasa y nunca lo hace, eso es otra cosa…-

-Le habrá pasado algo con esa magia maldita- Sentenció el joven haciendo que su cara mostrase un rápido gesto de ira.

-No, nada le ocurrió, según me dijeron en tu casa, salió repentinamente de viaje… quería confirmar su cita y eso me dijo su hermana.-

-Es una pena que no pueda conocer a tan distinguida mujer…-

La burla del joven no paso desapercibida para el hombre que lo fulminó con la mirada, mas allá de su rostro.

-Te guste o no la magia negra, eso es lo que vendo aquí y si no quieres asumirlo debería buscarme a otro librero.-

Lo dijo y se levantó, rodeó el escritorio y salió del despacho. De la burla, el joven pasó a la sorpresa, puesto que, conocía su jefe y sabía que normalmente esa muy tranquilo. Se dio cuenta de que lo debía de haber enfadado mucho para que reaccionase así. Sin intención de disculparse Ethan siguió al dueño hasta las mesas que había dispersas por la parte delantera y siempre llenas de libros.

El hombre comenzó a recogerlos y cuando ya no podía coger ninguno mas se giró quedando cara a cara con el chico de ojos marrones que lo miraba medio desafiante.

-Ya conoces tus competencias, si las quieres hacer bien, si no seguirás con ignorante trabajo de ordenar y catalogar… Ahora vete, vuelve mañana con una decisión firme.-

El joven, pensativo y sin darse mucha cuenta de lo que hacía, recogió su chaqueta y echándosela al hombro salió por la puerta, rompiendo así su rutina habitual de volver a casa directamente tras el trabajo.

Tenía muchas cosas en que pensar y la decisión no era difícil pero las preguntas bullían en su fría cabeza y eso lo trastornaba un poco.

¿Quién era esa mujer? ¿Por qué beso de fuego? ¿Tenía algo que ver con su fisico? ¿Por qué tanta afinidad por la magia negra? ¿Por qué el viejo Eric había preguntado por ella en su casa? ¿A caso eran familia y él no lo sabía?

Sus pasos recorrían el camino a casa sin llevar una orden concreta del afanoso cerebro del joven que trabajaba, al parecen en otras cosas mas urgentes. Durante la tarde había olvidado que casi se escondía de sus padres y de que tenía una joven atrapada en el espejo de su habitación, por lo tanto el dolor que le producían ambas cosas estaba aplacado por el momento.

Al llegar paseando a casa lo único que había sacado en claro era que no se iba a quedar con las ganas de saber si era capaz o no de llevar él solo un negocio y un necio pensamiento se cruzó en su mente – Me da igual lo que haga la bruja mientras pague bien-

Se había sentado a la puerta de casa, se había remangado las mangas de la camisa y apoyó la cabeza en la fría roca parecía que seguía pensando pero lo cierto era que tan solo miraba al horizonte, dejándose asombrar por el sol que caía como cada día dando paso a la noche. Así estuvo hasta que el sol no fue una fina línea luminosa tras las montañas.

Entonces fue cuando volvió a la habitación en la que llevaba una semana durmiendo, haciéndose a si mismo una dulce tortura, recordándose a si mismo el error cometido y que ahora ella no podía escapar…